viernes, 30 de septiembre de 2011

La lección de anatomía: Sobre la dramaturgia necesaria


En el año 2003 la editorial El Milagro publicó “La lección de Anatomía” del dramaturgo quebequense Larry Tremblay, bajo la traducción de Philippe Cherón con introducción de David Olguín, quien estrenó la obra en nuestro país en 1998, la cual tuvo una temporada de más de 100 representaciones.
“Lección de anatomía” podría parecer un monólogo, ya que la voz la lleva Martha, pero el autor advierte que no se trata de un solo, ya que nos indica que la característica del personaje masculino es silente: “Pierre: esposo de Martha, 50 años, personaje silente (un actor, un maniquí o nada)”. Pero además, en la nota introductoria que realiza el autor, señala:
“(Martha) Recorre las actividades de su esposo, las saca de su contexto y las presenta al público como una prueba de su demostración. No obstante que la “Lección de Anatomía” es, en primer lugar y ante todo, la expresión de una persona en particular, no necesariamente un solo”.
Escrita a manera de un poema, dividido en nueve capítulos, la obra nos va construyendo la relación marital de Martha, quien padece una enfermedad terminal, y Pierre, quien es un político cuya carrera va en ascenso en contraste a la vida de Martha. Vemos la vida amorosa de Martha como si se tratara de un examen de anatomía. El autor señala que empezó a escribir esta obra a partir de una pregunta: ¿Qué tan lejos puedes llevar tu conocimiento del otro antes de que tu interés por la exactitud destruya lo que amas –al mismo tiempo que te destruyes a ti mismo?
El autor le da voz y vida a esta mujer, logra a través de los versos entretejer matices en cuanto a la interpretación, a la puesta en escena y devela un hallazgo lingüístico, estético, social y humano. El autor señala en la nota que le precede a la dramaturgia, que después de empezar a escribir la obra, se replanteó la pregunta:
“Una vez que la primera línea había sido escrita, mi pregunta original se modificó pero sin perder nada su poder de asombro: ¿Por qué amamos a aquellos que nos destruyen?”
Esta es una obra importante para leer y asombrarse por su propia naturaleza lingüística y escénica. David Olguín quien dirigió la puesta en escena en México señala:
“Como en el siglo XIX, cuando la especialización y el método que caracterizaban a la ciencia no se había sistematizado, Martha construye una teología de Pierre, una ciencia de Pierre, la alquimia del amor y una filosofía de su vida en común. Martha rompe la tradición patriarcal: piensa, analiza, observa y se observa. Pero como en todo proceso fáustico, profundo, el piso se abre y la caída física se verifica: Martha se destaza. Es una mujer con plena conciencia y con la dosis de dolor que el pensamiento implica.
Aquellos territorios que Nietzsche refrendara para el arte en el siglo XX, ante el triunfalismo de las ciencias aplicadas y la fe radical en la noción de progreso, se refrendan en esta “Lección de anatomía”, como parte de la idea contemporánea del conocimiento: el arte lleva a cabo una disección del espíritu, donde el verbo conocer encierra ambigüedades que hoy día la ciencia revalora. Ésta es una notable virtud del texto de Tremblay. No sólo estamos ante una historia de amor o ante una biografía. La exploración de un cuerpo, de una relación amorosa, nos regresa a aquellos tiempos en donde cualquier conocimiento formaba parte de la explicación total del cosmos”.
Larry Tremblay nació en Chicoutimi, Quebec en 1954. Durante sus muchas estancias en la India estudió Kathakali y en 1984 fundó el LAG (Laboratoire Gestuel), determinando así su aproximación al teatro por medio del cuerpo. Llamó por primera vez la atención del público de Montreal, con su versión en un solo donde él encarnaba a cuatro personajes de la obra “Provincetown Playhouse” de Normand Chaurette.
Su primer monólogo, “Le Déclic du Destin” , (1988) se presentó en numerosos festivales. A partir de entonces ha publicado más de 20 libros que abracan la poesía, el ensayo, la novela y la dramaturgia. Entre sus textos teatrales se encuentra “El ventrílocuo” que fue reconocida como la mejor obra del año 2001 en Montreal, además de haberse estrenado en París, Bruselas y México. Es uno de los autores de Quebec cuyas obras más se llevan a escena en el extranjero.

Viva México: Literatura para niños y jóvenes


El Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes, el programa Uno, dos, tres por mí y todos mis compañeros y el Programa Nacional Salas de Lectura, editó en el año 2009 el libro “Viva México” escrito por Marta Acevedo y traducido a tres lenguas: al mixteco por Viva Nuukooyo, al zapoteco por Irma Pineda y al inglés por David Lauer.
“Viva México” es un libro con la misma historia contada en cuatro lenguas. Primero en español, la lengua que hablamos muchos, pero no todos…pues según estadísticas existen casi 11 millones de mexicanos cuya lengua materna no es el español. Luego la historia está escrita en ñuu savi, o mixteco, lengua que se habla en Oaxaca. Luego está en didxazaá, o sea zapoteco de Juchitán, y luego en inglés.
Este libro te habla de la discriminación que han sufrido muchos niños y niñas indígenas en la escuela. Imagina que tú como hablante de lengua española hubieras tenido que aprender a leer y a escribir en didxazaá, tének, maya, rarámuri o náhuatl…Que tu maestra te explicara todo en alguna de esas lenguas y, además, hablara rápido. Te verías en muchos problemas ¿no es así?
Muchos de esos niños han tenido que aprender a leer y a escribir en español, experiencia muy difícil y dolorosa, pues las lenguas originarias y el español son totalmente diferentes: no solo cambian las palabras, sino su orden y las cosas que se pueden decir con ellas.
Marta Acevedo escribió este texto y está empeñada en que se traduzca a todas las lenguas originarias. El libro está ilustrado con grabados de José Guadalupe Posada y de varios artistas del Taller de la Gráfica Popular.
“Viva México” no es un libro que nos cuente la historia de la Independencia y tampoco un libro en el que se le haga creer al niño que vivimos en un país donde gobierna la igualdad y la justicia social. Sino que es un libro que habla de los excluidos y excluyentes, sobre su naturaleza. Y tiene como escenario un lugar que al niño se le hará muy familiar: el aula de clases.
Esta es la historia de Soledad Xochipa a quienes sus compañeros le hacen burla por su apellido y su procedencia indígena, nos narra las actividades que realiza en la escuela, y como se acerca el aniversario de la Independencia, la maestra le pide por escrito a la clase respondan: ¿Te sientes mexicano? ¿Por qué? Las respuestas entre los niños son variadas, pero reveladoras:
“Pues yo me siento mexicano porque el Chavo del ocho, Cantinflas, Pedro Infante y Brozo son mexicanos (todos nos reímos menos la maestra)”.
“Yo sí me siento muy mexicana, no podría vivir sin tortillas. Además hay cosas ricas que no cambio por nada: el mole de guajolote, los tamales de dulce, de chile, de garbanzo, de todo… ¡y la nieve de guanábana, los mangos, las piñas, los chicos! (Todos nos reímos porque se le notaba que eso y más, le gusta)”
“Yo no. Los mexicanos me discriminan, me hacen menos, pues. Yo me siento y soy mixteca -dijo luz. (No se oyó más que silencio)”
En las respuestas de los niños podemos ver su sentir, no es hasta el final que la maestra está hablando de la igualdad que tanto Luz como Soledad se reconocen y los otros niños son exhibidos por su intolerancia:
“(la maestra) Nos dijo que pensáramos que, por ejemplo, en otros países los de piel oscura son rechazados por los blancos y tienen menos oportunidades de tener un trabajo, educación, etcétera.
-Ah, entonces acá estamos muy bien ¿no?- dijo un compañero.
-Sí, porque acá todos somos mestizos- dijo otra.
-¿Ah, sí?-dijo Luz-¿Y entonces porque nos hacen menos a mí y a ella (“ella” era yo), por qué nos corretean para jalarnos del pelo y por qué nos dicen “las indias?” (La maestra tenía los ojos redondos de sorpresa. Y no se atrevió a interrumpir a Luz.) Acá en la ciudad ustedes se sienten muy confiados, pero qué tal si van a mi pueblo, al campo, hasta los chapulines les darían miedo. A ver, entonces no es sólo en otros países que hacen menos a otros. ¡Aquí también!”.
“Viva México” es un libro para que les enseñe a los niños no la historia de su país, sino la historia de la discriminación que se vive en él a pesar de que aparentemente dos movimientos sociales nos han dado mejores condiciones de vida. Una recomendación para niños y grandes, una historia sencilla, bien contada y que puede ser leída en 4 lenguas.

La costumbre de olvidar a los insurrectos y dar la bienvenida a los tiranos: Apuntes de un escribidor

Uno de los libros cuya relectura me apasiona es “La chica del trombón”, de Antonio Skármeta, novela que está ambientada en Chile y que nos muestra paralelamente cómo crece una niña y un político: Alia Emar Coppeta y Salvador Allende, dos vidas separadas que al final se unen en la celebración del triunfo socialista en Latinoamérica.
Skármeta nos da la hermosa historia de amor e identidad que es la vida de Alia Emar, pero también una desoladora forma de hacer política en los países latinoamericanos donde lo que menos importa es la población, ya que se matiza el asedio de poder de la derecha a costa de lo que sea.
Nuestro país no está lejos de esa perspectiva, al igual que lo que le pasó a Allende, los votos que pudiera tener AMLO por parte de la izquierda se dividirán entre él y Ebrard, lo que dará pie a un nuevo triunfo neoliberal que ahora estará al mando de Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari. Divide al pueblo y vencerás.
Lo peor de este argumento es que vivimos en el país de la conciencia “relámpago”, donde sabemos la vida de alguien porque la televisión nos recuerda algo que creíamos olvidado, para qué investigar lo que ha hecho Marcelo Ebrard por este país si en dos programas especiales TV Azteca se ha encargado de refrescarnos la memoria. Pero como el que paga manda, el contenido de ese programa tiene una dirección clara: favorecer al político que ha cambiado de partido según su conveniencia, militando incluso con la derecha disfrazada.
Por lo mismo somos un pueblo olvidadizo, pero tenemos a la televisión para darnos clases de historia del México contemporáneo. Hemos olvidado el odio que se le tenía a Salinas, quien tomó el poder gracias a un fraude que nadie pone en duda y terminó vendiendo al país con la política de privatizar en vez de expropiar, darle todo a los poderosos de afuera a costa de la pobreza de los de adentro. Hemos olvidado el rescate bancario que impulsó Felipe Calderón, que provocó una deuda que el pueblo tiene que pagar, ya que los políticos no pagan ni siquiera sus impuestos, país de carencias para muchos y vida ostentosa para pocos.
No es de extrañar que Salinas de Gortari aplauda el modelo económico de Calderón si la escuela de rapiña es la misma, no es de extrañar que el 11 de septiembre se recuerde en la televisión el atentado contra las torres gemelas que trajo como consecuencia ocupaciones militares con daños colaterales incalculables, en vez de recordar el golpe de Estado promovido por Estados Unidos contra el gobierno socialista de Salvador Allende; no es de extrañar que la pasividad del pueblo sea producto de los dos canales idiotas y que el dinero del país se lo estén llevando Televisa y TV Azteca porque los políticos están comprando la imagen de salvadores sociales. No es de extrañar que la costumbre de olvidar a los insurrectos y dar la bienvenida a los tiranos haya destruido una generación.
Y hablando del 11 de septiembre, Allende dijo al pueblo antes de que la dictadura militar se estableciera y su vida terminara: “La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor. Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas”.
“Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

Libro de nanas: Literatura para niños y jóvenes


La editorial Media Vaca coeditó, con la Secretaría de Educación Pública, a través de “Los libros del Rincón” dentro de su colección “El sol solito”, el “Libro de nanas” con ilustraciones de Noemí Villamuza y selección de textos de Herrín Hidalgo.
“Libro de nanas” reúne canciones de cuna de grandes poetas como Federico García Lorca, Miguel Hernández, José A. Goytisolo. Gloria Fuertes, Víctor Jara o Gabriela Mistral. No siempre estos poemas y canciones se escribieron para adormecer a los bebés, sino que también los hay para despertarlos. Otros se dirigen a personas que han dejado de ser niños e incluso, los hay para adormecer a ciertas mascotas. Ejemplo de estas otras canciones, poemas de cuna o nanas, son “Canción de cuna para despertar a un hijo”, de Marilina Ross; “Nana para negrita” y “Nana de la adúltera”, de José Agustín Goytisolo; “Nana al niño que nació muerto” y “Nana para despertar a un pie”, de Gloria Fuertes, por citar algunos textos de este libro.
Federico García Lorca también escribió estas canciones de cuna, incluso las incorporó en sus obras teatrales, Yerma es un ejemplo claro de esto. Lorca nos habla en un texto-conferencia sobre su interés por este tipo de poesía para niños, en el texto titulado “Añada, Arrolo, Nana. Vou Veri Vou”, que usted puede encontrar en el libro “Obras de Federico García Lorca”, editado por Alianza Editorial (Madrid, 1984), señala: “Hace unos años paseando por las inmediaciones de Granada, oí cantar a una mujer del pueblo mientras dormía a un niño. Siempre había notado la aguda tristeza de las canciones de cuna de nuestro país; pero nunca, como entonces, sentí esa verdad tan concreta. Al acercarme a la cantora para anotar la canción, observé que era una andaluza guapa, alegre, sin el menos tic de melancolía; pero una tradición viva obraba en ella y ejecutaba el mandado fielmente, como si escuchara las viejas voces imperiosas que patinaban por su sangre. Desde entonces, he procurado recoger canciones de cuna de todos los sitios de España; quise saber de qué modo dormían a sus hijos las mujeres de mi país, y al cabo de un tiempo recibí la impresión de que España usa sus melodías de más acentuada tristeza para teñir el primer sueño de sus niños”.
Este “Libro de nanas” es una pequeña joya para madres y cualquier tipo de lector amante de la poesía, desde la selección de textos hasta la excelente ilustración de Noemí Villamuza, además de su diseño y tipografía. Es interesante también cómo se le presenta al lector la ficha biográfica de los autores, de manera lúdica pero también de forma concreta, por ejemplo cuando habla de Gloria Fuertes, dice “se le conoce, sobre todo, como autora de libros para niños. Sin embargo, sus nanas son para todos los públicos. La poetisa ha defendido siempre derechos iguales para pequeños y grandes: que la infancia sea obligatoria para todos, y que la hermosura y la juventud se prolonguen hasta el ataúd”. Lo mismo pasa cuando se habla de Lorca, Víctor Jara o Goytisolo.
Este libro es una recomendación para niños, jóvenes y adultos, para acercarse a la lectura de la canción, del verso y la melodía.
La ilustradora de esta edición, Noemí Villamuza, nació en Palencia en 1971. Estudió Bellas Artes en Salamanca y se dedica profesionalmente a la ilustración desde hace 6 o 7 años. “Ilustrar no es igual que dibujar: es una forma especial de contar cosas utilizando imágenes”, advierte. En la actualidad Noemí Villamuza vive y trabaja en Barcelona. Entre los libros que ha ilustrado se encuentran “Óscar y el león de correos”, “Un vaquero con babero”, “Pajaruli, poemas para seguir andando”, “El mundo está lleno de monstruos”, “De verdad que no podía” y “Ricardo y el dinosaurio rojo”, por citar algunos.

Civilización: Sobre la dramaturgia necesaria

Ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia “Manuel Herrera 2006”, la obra “Civilización”, del dramaturgo tapatío Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, mejor conocido como LEGOM, nos lleva de la mano por el imperio de la corrupción que vive nuestro país (o más bien toda la clase política del mundo) y de quienes tienen el poder de decidir y maquinar cuanto tipo de fraudes sean posibles con el dinero público.
Los personajes de “Civilización” son patéticos hombres de negocios (empresarial y político), delincuentes que están impelidos por intereses muy particulares; y a pesar que alguno intenta tocarse el corazón para hacer lo correcto, irremediablemente caen en el abismo del poder y nos pinta un panorama muy sombrío en el que parece que no hay esperanza para quien es tentado por las garras de la política y sus placeres.
En “Civilización” un empresario, pariente del presidente municipal quien aspira a la gubernatura, le exige que sea aprobada la solicitud que hizo para poder levantar un edificio de 20 pisos en el centro de una ciudad colonial, permiso imposible de conseguir por los requisitos del INAH y la UNESCO, pero sobre todo por la posibilidad de que no se sostenga, además de que está hecho con una planeación precipitada, por lo que carece de muchos requisitos básicos de seguridad.
Lo interesante de esta obra, es que de nueva cuenta LEGOM nos muestra esa capacidad para dialogar, con un estilo corrosivo, irónico, cínico, mordaz, lépero, pero sobre todo duro al momento de construir sus personajes.
En “Civilización” vemos a personajes que deberían de molestarnos por su cinismo al vivir la vida, pero al final terminamos por identificarnos con esa “mierda” de humanidad que compone, al hacerlos volubles ante sus propias decisiones.
Los personajes de LEGOM son gente que tiene muy en claro sus principios, torcidos, tal vez, pero principios y al fin y al cabo terminarán muriendo con ellos.
La “Civilización” de la que nos habla LEGOM es el ejemplo más distorsionado de evolución humana y tecnológica, que en manos de nuestros políticos y algunos empresarios que de forma extraña ganan las licitaciones, se ve tan idiota como los monumentos patéticos por los festejos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución que se mandaron a hacer con costo al erario o si se quiere, el nuevo edificio de la sede del Senado que nos muestra el derroche como signo de mejora ante una enfermedad humana y social.
Esta obra usted puede descargarla de forma gratuita del sitio de internet http://www.dramared.com/otrosautores.html
“Civilización” actualmente se presenta en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz, del Centro Cultural Universitario (CU) y es dirigida por Alberto Lomnitz. Esperemos que podamos ver en nuestra ciudad el montaje de esta obra por algún creador escénico local.
Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio, mejor conocido como LEGOM (Guadalajara, Jalisco, diciembre de 1968). Dramaturgo mexicano y ocasionalmente poeta y narrador que ha ganado varios premios nacionales de dramaturgia, entre ellos el “Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera” de Querétaro. Una de sus obras se ha traducido al inglés, hebreo y francés.
Su obra más conocida es “Las chicas del tres y media floppies”. Miembro del Sistema Nacional de Creadores del FONCA. Entres sus obras se encuentran: “El jugo de tres limones” (1999), “Los restos de la nectarina”, (2000), “Sí una noche o algo así” (2003), “Deus ex pórquina”, “Cualquiera que duele y nada”, “Diatriba rústica para faraones muertos” (2005), “De bestias, criaturas y perras” (2004), “Edi y Rudy”, “Las chicas del tres y media floppies” (2005), “Sensacional de maricones” (2007), “Demetrius o la caducidad”, “Odio a los putos mexicanos”, “Civilización” (2007) y “Lampart o de cómo colarse a la historia” (2009), por citar algunas.

La bola de niños: Apuntes de un escribidor

Recuerdo una canción de los Hermanos Rincón, grandes exponentes de la música para niños, que era triste pero con una rima contagiosa, se llama “La bola de niños” y el coro dice: “Caleidoscopio/ rico en verdad,/ la bola de niños/ de mi ciudad./Unos estudian,/otros chambean,/ unos descansan/ o talonean. Unos mendigan,/venden, bolean/ y con la vida/ se cachetean”. Y también hablaba de los niños que tienen como juego el esquivar coches como toreros, mientras su madre vende y ofrece los chicles a los choferes.
Esta canción me hablaba de una realidad que no viví, digo, de pequeño no tuve grandes o pequeñas riquezas, pero tampoco una pobreza extrema, eso es algo que le agradezco a mis padres. Ahora la situación del país es más complicada para los niños, independientemente de su estatus social. Los niños ahora se quedan sin padres, viven la constante mediatización de la violencia que aqueja el país, tienen que trabajar porque la clase media está dejando de existir y en el peor de los casos son usados por el crimen organizado o en el tratado de blancas y la pedofilia que tiene en el caso Succar Kuri el peor ejemplo de la complicidad del Estado y su intento de reivindicarse a través de la condena que se le impuso.
El cínico e irresponsable que gobierna la república pidió a la niñez no angustiarse por la delincuencia y el crimen y dedicarse a estudiar, esto lo dijo al encabezar la entrega de becas a jóvenes en el Museo de Antropología, acompañado del Secretario de Educación en plena campaña Alonso Lujambio, titular de la SEP y Elba Esther Gordillo titular ¿del país? La Gordillo y el espurio aseguraron que entre las niñas y niños presentes había potencial para formar futuros líderes sindicales y hasta futuros presidentes, lo que había de considerar un insulto para estos estudiantes, ya que prácticamente les estaban diciendo que había un potencial de delincuencia en ese lugar.
No es posible que se quiera convencer a los niños y a la juventud de que no pasa nada en el país, que se les diga que se queden tranquilos cuando sus padres tienen que migrar, salir a buscar el sustento y es ya claro que en muchas ocasiones no es seguro que regresen. El país tiene el peor escenario para sus niños y jóvenes y lo peor de todo es que no hay una intención de solucionar estos problemas para la niñez por parte del ejecutivo. Lo que se está creando es un ambiente de odio por parte de estos niños que ya no creen en un gobierno que les deja sin oportunidades o más bien, ojalá que los niños sigan teniendo la esperanza y no se genere un ambiente de odio, como el que se quiere crear en Estados Unidos.
Por ejemplo, una editorial estadounidense ha lanzado un libro gráfico donde los niños más pequeños podrán pintar imágenes tan abrumadoras como el atentado 11 de septiembre o la muerte del ex líder de Al Qaeda Osama Bin Landen. El libro titulado “We shall never forget 9/11: The Kid’s Book of Freedom”, o lo que es lo mismo, “Nunca olvidaremos el 11-S: El libro para niños de la libertad” es una muestra de odio, lo último que falta es que el espurio quiera también poner a odiar a los niños mexicanos diciéndoles que los malos están afuera y los buenos son él y su gabinete. Las soluciones son otras, la bola de niños de las ciudades mexicanas ya necesitan otra cosa

Olfi y el Edipo: Literatura para niños y jóvenes


Salvat Ediciones, Taurus y Alfaguara en su Biblioteca Juvenil, editaron en 1987 la novela “Olfi y el Edipo”, escrita en 1984 por la afamada escritora europea Christine Nostlinger, en la traducción de Elsa Alfonso.
Olfi Obermeier tiene catorce años y en su casa, excepto él, todas son mujeres. Un día, en clase de matemáticas, lee en una revista de psicología que “los niños criados” y educados por personas del sexo masculino demuestran tener un coeficiente de inteligencia superior al de los niños criados y educados por mujeres. Esto le alarma de sobremanera.
Olfi es un muchacho que cursa la secundaria, tiene 14 años y al igual que muchos tiene problemas con sus materias y posiblemente no pueda pasar el año escolar, así que gracias a esta publicación ha descubierto el pretexto perfecto para justificar sus malas notas. Aunque su abuela, su tía abuela, sus dos tías, sus dos hermanas y su madre, no caerán ante tal argumento, este hecho marcará algo muy importante en la vida de Olfi, ¿quién es su padre? ¿Por qué su madre nunca habló de él? Todo eso lo irá descubriendo de forma divertida y paulatina.
Además de este conflicto, Olfi también tiene que enfrentar los problemas de todo adolescente, entre ellos la primera novia, con la que anda por casualidad y a la que quiere dejar pero no puede, porque no sabe cómo decirle; la primera chica de la que se enamora, la cual tiene muchos problemas y es a la quien quiere ayudar; las fiestas en donde todos sus amigos tienen su primera borrachera, ya que un chico del grupo de clases tiene la casa sin padres que han salido de vacaciones; los amigos siempre inquisidores como en toda secundaria donde el buying es un factor que viven todos los jóvenes y muchos otros elementos más, que hacen de este libro un interesante documento para los jóvenes.
La prosa de Nostlinger es amena, divertida y las situaciones por las que pasa el personaje son las típicas de todo adolescente, aunque también lo son las actitudes de los padres, de las madres, de los maestros, es decir de los adultos a los que se les dificulta tratar con los chicos que van teniendo cambios tanto emocional como físicamente. Esta es una recomendación para todo chico de secundaria que se sienta incomprendido por aquellos padres, que no tienen ni idea qué es tener 14 años.
Christine Nostlinger nació en 1936 en las afueras de Viena. Estudió arte y trabajó como periodista en un diario austriaco. Sus libros, que responden a una nueva forma de literatura infantil y juvenil, conceden amplio espacio a los problemas pedagógicos y sociales, sin mermar, bajo ningún concepto, la fantasía y el humor. Entre otros premios ha obtenido el Hans Christian Andersen en 1984. “Olfi y el Edipo” es el tercer volumen de una trilogía que comienza con “Una historia familiar” y continúa con “Gretchen se preocupa”, aunque cada uno de estos libros puede leerse de manera independiente.

martes, 6 de septiembre de 2011

La isla: Literatura para niños y jóvenes


La editorial Lóguez, por medio del Programa Nacional de Lectura y la Secretaría de Educación Pública, a través de la Comisión Nacional de Libros de Textos Gratuitos mediante “Libros del Rincón”, en su colección “Espejo de Urania”, publicó en el año 2007 el libro “La isla”, escrito e ilustrado por Armin Greder.
“La isla” es una historia cotidiana, algo que sucede todos los días en todos los lugares del mundo; una historia en la que la xenofobia y el miedo hacia el otro producen una repulsión destructiva entre los hombres. La historia comienza así:
“Una mañana, los habitantes de la isla encontraron a un hombre en la playa, donde la corriente de mar y el destino habían arrastrado su balsa. El se levantó cuando los vio acercarse. No era como ellos.
Lo miraron fijamente y se sorprendieron/ Se preguntaron porqué habría venido hasta allí/ Qué buscaba allí. Qué deberían hacer/ Uno de ellos dijo que lo mejor sería enviarlo inmediatamente de vuelta al lugar de donde había venido/ Y, en realidad, dijeron, esto no le va a gustar. Tan lejos de su propia gente.
“Pero el pescador sabía/ lo que sucedía en alta mar. ‘Sería su muerte y yo no quiero tenerla sobre mi conciencia’, dijo. ‘Tenemos que acogerlo’”.
Los habitantes de la isla acogen al hombre pero lo aíslan porque le tienen miedo, no es como ellos. Lo encierran en un establo olvidándose que tiene que comer. Un día el hombre aparece entre ellos por el hambre, los habitantes de la isla se asustan de él pero entienden sus necesidades. Cuando saben que necesita comer entienden que no lo puede hacer gratis, pero nadie le quiere dar un trabajo, todos lo alejan:
“El pescador propuso que alguien le diera trabajo, para que, así, pudiera ganarse su sustento. Y además, dijo en voz baja, podrían pagarle menos que a uno de aquí”. Y Entonces todos invadidos por el temor de que nadie acudiera a sus negocios le ponían peros para contratarlo, así que el hombre siguió apartado pero su presencia inquietaba ya a la isla. Hombres, mujeres y niños lo ponían como ejemplo de la barbarie, a los niños los amenazaban si no comían la sopa con que el hombre se los llevaría.
Por eso, ante la llegada del hombre inofensivo se fueron suscitando situaciones de temor entre la población. Los rumores se fueron extendiendo y el miedo se fue acrecentando, es por eso que los habitantes decidieron echarlo de ahí y construyeron una fortaleza que los protegiera de los intrusos, sin darse cuenta de que serán víctimas de sus propias decisiones.
Esta es una pequeña reseña del gran libro que es “La isla”, las imágenes, que fueron elaboradas por el mismo autor, nos dan otra perspectiva de esta historia que aún no ha sido contada del todo.
Si usted quiere acercarse a este libro, lo puede consultar de forma gratuita en la biblioteca del Centro Estatal de Bellas Artes.
Armin Greder nació en Suiza y emigró a Brisbane (Australia) en 1971. Ha trabajado como diseñador gráfico y actualmente imparte conferencias a los estudiantes de arte e ilustra álbumes.
Armin Greder escribe: “Aprendí a dibujar en la escuela. No en clase de arte, sino en el aburrimiento de Mates y Lengua y Economía Doméstica. Ahí, en el reverso de mis cuadernos de ejercicios, dibujaría Genghis Kans, piratas, jeques árabes, monjes tibetanos. Ellos tenían que tener sus caballos, barcos, camellos, yaks. Tenían que ser dibujados en la postura correcta, de modo que parecieran vivos. Y tenían que ser bien dibujados, de forma que yo creyera en los dibujos. Así, por medio de esos dibujos, yo podría escapar al tedio del aula y seguir a los Genghis Kans, a los piratas, jeques árabes y monjes tibetanos en sus magníficas aventuras en lugares lejanos.
“Ahora ilustro álbumes. En vez de dibujar Genghis Kans, piratas, jeques árabes y monjes tibetanos, dibujo niños enfadados, grandes perros, tíos gigantes, niñas pequeñas que no quieren irse a dormir, princesas medievales que no desean casarse, osos, cielos estrellados, así que cuando nosotros abrimos esos libros y los leemos, podemos entrar dentro de las historias y vivir en ellas mientras las estamos leyendo. Y así pueden permanecer con nosotros después de que hayamos terminado de leerlas y ayudarnos a entendernos a nosotros mismos”.

Vida de Galileo Galilei: Sobre la dramaturgia necesaria

La obra de Bertolt Brecht es considerada como una de las rupturas más importantes al teatro aristotélico, ya que rompe con la unidad de tiempo, espacio y acción. En la obra “Vida de Galileo Galilei” el autor nos muestra el proceso que tuvo que pasar el astrónomo para comprobar que la tierra no era el eje del universo sino el sol, a pesar de la persecución inquisitoria de la Iglesia católica.
Lo importante de la cuestión era comprobar que la tierra no era el centro del universo, era comprobar también que Roma tampoco era el centro de la tierra y que, entonces, el cielo de Dios quedaba relegado a un segundo plano y, por lo mismo, el dominio de la iglesia no tenía bases que la fundamentaran.
Cuando el profesor de matemáticas de la Universidad de Papua, Galileo Galilei, quiere demostrar la validez del sistema universal de Copérnico, que sostiene que la tierra gira alrededor del sol, se verá atacado por todos los teólogos y científicos que se burlan de él y lo amenazan por ir en contra de las sagradas escrituras, ya que cuestionar a éstas sería cuestionar a Dios.
Galileo Galilei sigue investigando, a pesar de estas trabas, a pesar de la peste, a pesar de los instrumentos de tortura amenazantes que le demuestran que por más sabio que pueda ser no podrá escaparse de la hoguera. El propio Galilei señala: “Quien no conoce la verdad es simplemente un tonto. Pero quien la conoce y dice que es mentira, ése es un criminal”.
Galileo Galilei se convierte entonces en un criminal porque se retracta de sus descubrimientos ante el Papa y la Iglesia; su discípulo Andrea se desilusiona de él. Pero, en un afán de redimirse, Galilei logra al final de su vida legar sus escritos a su alumno para que los divulgue, ya no sólo en latín sino en la lengua del pueblo.
Brecht hizo dos versiones de esta obra, la segunda la escribió después de que Hiroshima y Nagasaki sucumbieran ante la bomba nuclear. En ese sentido Galilei abogaba por la razón, siendo la razón lo que salvaría a la humanidad de la ceguera, pero en la obra Brecht también cuestiona cómo la razón se volvió un campo aún más destructivo, ya que desvió el camino del bien para el hombre y la utilizó para poder seguir manipulando la destrucción del hombre por el hombre.
“Sagredo: Entonces quiero decirte algo: no creo en ellos. El vivir cuarenta años entre los hombres me ha enseñado siempre que no están aptos para la razón. Muéstrales la cola roja de un cometa, mételes un miedo absurdo, y saldrán corriendo de sus casas y se quebrarán las piernas. Pero diles una frase razonable y demuéstrale con siete causas, y simplemente se reirán de ti”.
El teatro brechtiano es ante todo un teatro dialéctico, un teatro socialista, pero sobre todo un tratado de la humanidad. Las obras brechtianas siempre son de más de cien cuartillas, hay una tendencia expositiva de la fábula al grado que rompe la unidad de tiempo, espacio y acción, como ya dijimos.
“Vida de Galileo Galilei” es un obra de gran aliento sostenida por la argumentación de sus personajes y la visión del mundo que tienen a partir de la divulgación del saber, de romper ataduras que han creado en el imaginario para que un grupúsculo de personas domine a los demás hombres. Es todo lo que el poder puede perder si algo se llega a saber, es todo lo que nos obliga a pensar en el hombre como producto de la razón, pero también la visión de que la razón se puede tergiversar.
No sólo ésta, sino toda la producción de Bertolt Brecht es necesaria para poder tener en claro esa idea que manejaba del teatro del distanciamiento de sobresaltar la obra para que el efecto en el público sea más de un pensar que de un sentir; es decir que el sentimiento no domine su razón, que el espectador se vuelva un ojo crítico ante las circunstancias y las argumentaciones.

Federico García Lorca y La casa de Bernarda Alba: Sobre la dramaturgia necesaria


I

La obra de Federico García Lorca es quizá una de las pocas dramaturgias donde la poesía cumple la función de palabra dramática. Son muchas las obras en donde los personajes hablan en tono poético y se alejan de la veracidad. Ese chocante juego de querer hacer poesía en el teatro casi siempre termina en el bostezo, la risa involuntaria o simplemente en el “ya no entiendo de qué están hablando”. La obra de Lorca sin embargo es cautivadora, revolucionaria, en el sentido estricto de la palabra poesía para la escena.
Amigo de Dalí, Manuel de Falla, Buñuel y de otros prestigiados artistas, García Lorca trascendió de forma literaria más por su trabajo que por sus amistades. Desde el Romancero Gitano hasta “El Maleficio de la mariposa”, obra inconclusa donde se inició en el drama, mostró tener un dominio atroz (por su belleza) de la tradición poética española, pero más allá de eso, un poder en la palabra que asusta a los dictadores, por concreto y férreo. Un poder de crear que no se doblegó ante la estupidez del tirano. Hay tres obras necesarias de este autor que son “Yerma”, “Bodas de sangre” y “La casa de Bernarda Alba”, pero tampoco se puede dejar detrás “Así que pasen cinco años”, “La zapatera prodigiosa” o “Doña Rosita la soltera”.
El 19 de junio de 1936, Lorca escribió “La casa de Bernarda Alba”, en donde vemos a Bernarda de 60 años con sus cinco hijas: Angustias, Magdalena, Martirio, Amelia y Adela; solteras todas ellas y de luto ya que el esposo de la matriarca y padre de las cuatro últimas acaba de morir. La casa permanecerá cerrada en un luto que durará ocho años, donde nadie saldrá a la calle. La Poncia y la criada son las mujeres que sirven en la casa, la ausencia masculina es un detonador en las hijas; María Josefa la loca, madre de Bernarda, es la última pieza de esta tragedia a manera de documental que nos revela la magnitud de la dictadura que estaba en ciernes y que se vivía.
A Bernarda le preocupa lo que la gente del pueblo diga, durante el velorio de su esposo la mujer no escatimará en mostrar su odio a la gente que acude a su casa porque sabe que se inventarán mil cosas, que se hablará de ella y de sus hijas, por lo que nunca ha querido dar motivo para ello, de ahí que las encierre como en un convento.
Aunque la matriarca no quiere ver la paja en el ojo ajeno, ya que La Poncia es la encargada de llevarle a Bernarda los chismes sobre la gente del pueblo, hechos en los cuales se torna inquisidora al grado de olvidar lo que podría suceder en su casa.
“Bernarda: Los pobres son como los animales, parece que estuvieran hechos de otra sustancia”.
Una tormenta que La Poncia ve venir pero que el orgullo de Bernarda no quiere ver.
“La Poncia: Siempre has sido lista. Has visto lo malo de las gentes a cien leguas; muchas veces creía que adivinabas los pensamientos. Pero los hijos son los hijos, ahora estás ciega”.
A pesar de que Bernarda no sería tan rica en otro pueblo, su estatus la hace menospreciar a casi todos, de ahí que sus hijas sigan solteras y que no haya permitido que los hombres del pueblo las cortejen.
Pepe el Romano es un joven del pueblo, bien parecido que ha pedido en nupcias a Angustias, la hija mayor, ya que ésta ha heredado la mayor parte de las tierras de su padre y su dinero, de ahí que sea un buen partido para el joven. Martirio quiere a Pepe pero sabe que no tiene ninguna posibilidad con él, porque no es agraciadamente bella, pero también sabe que Adela, la hija menor de Bernarda Alba, anda de amoríos con el joven lo que suscitará la tragedia.


II

El eje de la tragedia “La casa de Bernarda Alba” es la represión y la rebelión por parte de Adela ante las imposiciones de la matriarca que las ha privado de la libertad con el argumento de la decencia y un puritanismo conservador que bien podríamos adjudicárselo a la ultraderecha:
“Bernarda: Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el barón. Eso tiene la gente que nace con posibles. (Sale Adela)”.
Adela mantiene el idilio con Pepe el Romano a escondidas y se va entretejiendo lo inevitable de la explosión, donde todas las hermanas emiten juicios y pelean por el atentado a la decencia que se ha cometido y sobre todo por la envidia de no ser las protagonistas de tal “aberración”, de tal amorío.
La pelea por Pepe el Romano nos dibuja a un hombre bello, al menos dentro de la visión de Lorca, porque es interesante que Pepe el Romano sea un personaje ausente, nunca aparece en escena, por lo que sus características son simplemente enunciadas y al no aparecer seguirá siendo un constructo del imaginario del lector o espectador.
La pelea final se desata, Adela ya no oculta su amorío con el Romano y reta a su madre y a sus hermanas, otra vez Bernarda se levanta como furia para intentar controlar la situación que se desborda:
“Bernarda: ¡Esa es la cama de las mal nacidas! (Se dirige furiosa hacia Adela)
Adela: (Haciéndole frente) ¡Aquí se acabaron las voces de presidio! (Adela arrebata el bastón a su madre y lo parte en dos) Esto hago yo con la vara de la dominadora. No dé usted ni un paso más. En mí no manda nadie más que Pepe”.
Adela es ejemplo de la confrontación directa con la dictadura y la declaración de principios, los cuales la matriarca no está dispuesta a aceptar, por lo que pide una escopeta para matar al que considera el culpable de que su familia se haya salido de control.
Adela, al creer que Pepe ha muerto, en un acto desesperado se suicida ahorcándose. Bernarda, como cualquier tirano, intenta disfrazar la realidad social que la traspasó, intenta esconder la deshonra que habita su casa y que ella misma provocó al tratar de manera déspota a su familia. Como todo jerarca que ha olvidado la justicia, prefiere simular que nada ha pasado, que la “pureza” de su hija se mantiene en pie y que la culpa de lo que pasó fue de otro:
“Bernarda: No. ¡Yo no! Pepe: tú irás corriendo vivo por la oscuridad de las alamedas, pero otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla como una doncella. ¡Nadie diga nada! Ella ha muerto virgen! Avisad que al amanecer den dos clamores las campanas.
Martirio: Dichosa mil veces ella que lo pudo tener.
Bernarda: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija) ¡A callar he dicho! (A otra hija) ¡Las lágrimas cuando estés sola! Nos hundiremos todas en un mar de luto. Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”
La escritura de García Lorca lacera las estructuras totalitarias, incomoda a los que se identifican con la dueña de esa casa o a los que reconocen que su gobernante en turno es una Bernarda. No es de extrañar que Lorca haya sido asesinado, en un acto cobarde, muy joven y a traición por la dictadura franquista, pero su obra permanece.
Eduardo Galeano en su libro “Bocas del tiempo” (Ediciones del Chanchito, año 2004) nos dice lo siguiente, a propósito de lo vivo que se encuentra la obra de García Lorca:
“Desde que García Lorca había caído, acribillado a balazos, en los albores de la guerra española, “La zapatera prodigiosa” no aparecía en los escenarios de su país. Muchos años habían pasado cuando los teatreros del Uruguay llevaron esa obra a Madrid. Actuaron con alma y vida.
Al final, no recibieron aplausos. El público se puso a patear el suelo, a toda furia; y los actores no entendían nada.
China Zorrilla lo contó: -Nos quedamos pasmados. Un desastre. Era para ponerse a llorar.
Pero después, estalló la ovación. Larga, agradecida. Y los actores seguían sin entender. Quizás aquel primer aplauso con los pies, aquel trueno sobre la tierra, había sido para el autor. Para el autor fusilado por rojo, por marica, por raro. Quizás había sido una manera de decirle: para que sepas, Federico, lo vivo que estás”.

Carta a Dios: Apuntes de un escribidor

Dios:
Escribo esta carta haciendo alusión a tu omnipresencia, omnisciencia y falta de dialéctica en la que nos has sumido por ser tú concepto más que una realidad (sin afán de ofender). Como todo en la vida tu nombre ha sido utilizado para destruir y escalar el poder, pero no deberías de avergonzarte porque la sola palabra Dios en cualquier contexto suena a eso, a poder; pero hay que tener en cuenta que esa misma distorsión se hizo con otros conceptos como “libertad”, “democracia”, “arte”, bien común”, “justicia” y “paz mundial”.
Ahora, es cierto que existen muchos otros fanáticos quienes creen que ha sido tu culpa todo lo que ocurre en el mundo, que ha sido tu culpa toda la ignorancia, ignominia, guerras y crímenes de lesa humanidad. Sabemos perfectamente que no es así, muchos ateos se han pasado la vida denigrándote por una religión de occidente, judeocristiana, aunque si es cierto que eres el opio del pueblo, no hay que olvidar que el capitalismo se ha convertido en la heroína (de droga, no de héroe) de las masas. También sabemos que la culpa no la tiene el ateo ignorante sino el capital que lo ha cegado. Te hemos trascendido desde hace mucho, ¿por qué entonces sigues embaucando a los ignorantes? ¿Los embaucas? Esa es una pregunta que hay que formular con el debido respeto.
Quiero decirte que no estoy en tu defensa, ni en tu contra. Todos deberíamos de creer en algo: en un concepto, una idea, una realidad o una utopía, pero muchos en vez de creer siguen como borregos ideas que ven por ahí, no creer en ti es algo en qué creer, siempre y cuando ese algo esté sustentado de alguna otra forma y no la descalificación sólo por parecer “underground”.
No hay que olvidar que la desilusión del hombre que lo llevó a cuestionar la existencia, la realidad, la vida y todo lo que pudo se dio cuando dejó de creer en ti para creer en la ciencia y ésta lo traicionó. El hombre pensaba que el camino a la ciencia nos conduciría a la verdad, y sabemos que no fue así. Las restricciones a costa de tu nombre fueron sustituidos por el conocimiento que creó otras restricciones aún más perversas, la ciencia aplicada condujo a una maquinaria de muerte, a un arsenal para ocupar países y que superó los instrumentos de tortura y pena capital de la inquisición, entonces ¿qué nos queda? Y esta parece una pregunta retórica, pero la formulo con una verdadera preocupación. Aun sabiendo la respuesta.
Escribo esta carta a partir de una relectura que hacía del trabajo de Evelyne de la Chenelière y en particular de su obra Bashir Lazar, donde aquel hombre que ha pedido asilo político en otro país a causa de la guerra, que le ha arrebatado a su familia, en algún momento se pone a hablar contigo y refleja su sentir y su pesar, pero lo hace de tal forma en la que podemos decir que lo que no hemos pasado no nos golpea de forma tan contundente, ha pasado por la mente como concepto, al igual que tú, pero no como algo físico vivencial (la afectación, que también lo da el arte), pero por eso sólo hablamos por hablar.
A mi entender la afectación es muy clara en muchos textos de escritores constantes, como ejemplo pongo el fragmento de Bashir Lazar en el que se dirige hacia ti.
“A Dios:
Me llamo Bashir Lazar y le pido al Gran Patrón una pequeña revisión. Si pudiera revisar su decisión de quitarme lo más preciado que tengo en el mundo, eso me sería muy útil para funcionar en la vida. Sé que la fila de la oficina de quejas es larga, sin embargo si pudiera devolverme a mi familia, yo le haría una publicidad extraordinaria. Dicen que el regateo es una etapa normal del duelo. Entonces regateo, es normal. No quiero ser valiente. No me quiero reponer. No quiero olvidar. No quiero salir adelante. Quiero a mi mujer, quiero a mis hijos. No me quiero morir porque sé que no es cierto que los volveré a encontrar. No es cierto. La muerte no tiene premio de consolación. No quiero ser consolado, no quiero dormirme, olvidar y ya no recordar. Quiero conocer exactamente mi pena, conocerla y medirla.
-¿Me amas como qué, Alicia?
-Grande como el universo.
-¿Nada más?
-Sí, mucho más.
-Entonces ¿como qué?
-Te amo grande como el universo, pero más grande.
-Hay que medir todo.
Quiero todo eso y no quiero pedirlo amablemente. No quiero que mi familia sirva de lección a la humanidad. Quiero que viva sin enseñarle nada a nadie. Quiero pensar en mi mujer y que me haga sonreír como antes, no quiero ser fuerte. Ya no quiero nada de lo que quería. No quiero papeles, no quiero trabajo, no quiero estatus, no quiero paz. Quiero a mi familia, incluso a mi familia con miedo, a mi familia con dolor de panza, incluso la quiero sudorosa y estremeciéndose y con dolores de espalda y con dolores de cabeza, la quiero para fingir una vez más, para hacer como si, para hacer como si pudiera salvarla una vez más”.
Y como concepto o no, sólo quería expresarme ante ti, como lo hacen todos.

Especialización en la esfera del arte: Apuntes de un escribidor

En la actualidad se peca de querer abarcar mucho y terminar por cumplir poco, en la cuestión intelectual la cosa no es diferente, ahora más que nunca estamos ante los todólogos del arte y la cultura. Pongo un ejemplo cotidiano: alguna vez un amigo me enseñó la tarjeta de presentación de un “teatrista” de la localidad que decía “Director, actor, iluminador, escenógrafo, vestuarista, mimo, titiritero y dramaturgo”. ¿Virtuosismo o mentira?
Uno de los grandes problemas es que con el Internet pensamos saber todo y no profundizamos en nada, cualquier duda la resuelve la wikimedia, si en una conferencia se habla de algo que se desconoce ya existe el blackterry para consultar en la red 24 horas al día y aparentemente zanjar cualquier tipo de duda.
Hablo de este tema por la falta de crítica que existe en nuestro Estado en muchos aspectos. Por ejemplo un bailarín critica obras de teatro, un literato lo hace con las artes visuales, un músico habla de cine y un teatrista habla de ballet folklórico. Es algo constante que en ocasiones hace daño a los creadores o a los aspirantes a serlo, ya que alguien que no conoce el teatro a profundidad va a ver la obra de un grupo amateur y como le gustó vocifera a los cuatro vientos que fue una gran obra (a veces hasta lo hacen en medios de comunicación), lo que provoca que ese grupo amateur deje de ver sus errores y se ensalce en las virtudes que el seudocrítico ha puesto sobre la mesa.
Respeto la libertad de expresión, pero también hay que tener respeto para emitir juicios aparentemente críticos sobre las obras artísticas, por ejemplo un médico no dejaría que un estudiante de ingeniería en sistemas le critique si hizo un buen trabajo, ante una negligencia médica el ingeniero en sistemas sería el menos indicado en dictaminar si el médico tuvo la culpa o no. Lo mismo sucede en la esfera del arte, ya que no hay que olvidar que el arte es una profesión, un oficio, no un pasatiempo.
Hay que hacer la aclaración que existen personas cultas que se dedican como oficio al estudio de las artes, cuya opinión es respetable y sus puntos de vista y críticas sirven para retroalimentar la labor del artista; pero también hay promotores de arte o hasta directores de revistas virtuales que más que hacer críticas emiten opiniones muy personales de obras artísticas sin sustento teórico alguno que avale lo que dicen. Se vuelven críticos ácidos sin metodología, achichincles de sus amigos o emisarios de los poderosos que los ayudarán en un futuro. Lo peor del caso es que estas personas no tratan siquiera de estudiar y profundizar el arte que dicen criticar, no quieren especializarse en nada porque lo que hay que leer es mucho y el tiempo que les quedaría para divertirse sería poco.
¿Cómo puede un crítico teatral no leer teoría teatral, no estar al corriente con lo que sucede en el mundo del teatro? ¿Cómo puede un crítico de cine ver sólo las películas nominadas al Oscar y olvidarse del séptimo arte?
Este es un tema complejo que puede herir susceptibilidades e incluso que puede hacerme ver como intolerante y berrinchudo ególatra, pero considero que simplemente expongo una realidad que me preocupa: la falta de crecimiento entre los artistas de la localidad a causa de la autocomplacencia de sus “críticos”. Estamos en un país simulado, desde su sistema de justicia hasta su aparato político, trasladar esto a la esfera del arte sería entonces como la gota que derrame el vaso para ahogarnos.

Espectáculos gratuitos para el público, costosos para los artistas: Sobre las artes escénicas

Vivimos tiempos en que es más importante los votos que un partido pueda obtener que el desarrollo del arte y la cultura (herramienta indispensable para el combate a la violencia). En ese sentido es importante preguntar ¿cuál es el desarrollo de los grupos artísticos en el Estado? En particular de los grupos teatrales.
Digo esto porque una agrupación recibe egresos inferiores a los tiempos que trabaja, esto debido a que no hay una cultura de pagar un boleto para ver una obra de teatro, al menos que la obra presente a comediantes del canal de las “estrellas” o a esculturales mujeres que trabajen con uno de los tantos imperios de apellido Salinas.
La cuestión es muy clara, vemos una cartelera cultural atiborrada de eventos gratuitos, eventos en los que el público no tiene ni idea de lo que va a ir a presenciar, “es una obra de teatro gratis, total, qué perdemos”. Lo barato puede salir caro, en el sentido de que como la institución compra cualquier producto (mientras más barato mejor) no se detiene el comprador a verificar la calidad de lo que regalará (lo mismo sucede con algunas camisetas o gorras que se regalan en campaña) y como consecuencia mucho público no regresa a los teatros.
Lo anterior no quiere decir que todo lo gratuito sea garantía de mala calidad, porque hay muchos espectáculos que son a veces de primer nivel y otros de mediano nivel, pero que a final de cuentas logran una empatía con el público. ¿Ahora, cuánto le costó ese espectáculo de primer o mediano nivel a la institución? ¿Cinco, 8, 40, 70 mil pesos? Y las dos últimas cifras pagando producción.
Si se le pagó cinco mil a la compañía o al grupo por el espectáculo, estamos hablando que sólo pagará honorarios que incluyen actores, director, equipo técnico, derechos de autor, mantenimiento de escenografía y muchos etcéteras.
Un actor podría ganar 500 pesos por función cuando posiblemente invirtió entre 4 y 6 meses de su tiempo, entre 6 y 9 horas a la semana. Y se da por sentado que el pago a creativos ya fue realizado.
Cuando la cifra es de 40 ó 70 mil, hablamos de pagar: diseño de vestuario, diseño de escenografía, diseño de iluminación, realización de vestuario y escenografía, derechos de autor, dirección, actores, diseño de imagen, asistencia de dirección, producción, utilería, etc.
Podemos darnos cuenta que la institución paga un mínimo de lo que realmente cuesta un trabajo para que en el imaginario se tenga la idea de que se ofrece cultura. Porque además de esto el artista cumple con su presentación en tiempo y forma, mientras que la institución te pone en una larga lista de espera para pagar ese servicio (lo que no hace con los artistas extranjeros o “estrellas” televisivas), espera en la cual incluso hay que soportar humores de funcionarios, gastar de más en llamadas telefónicas e invertir más tiempo que no es redituable económicamente, todo esto para ver si en un acto de “piedad” te pagan.
Ahora, después de aquellas presentaciones que te paga la institución inicia una breve temporada, para seguir dándole vida a la obra y además recuperar o equilibrar el tiempo o la mano de obra invertida con las pequeñas ganancias generadas hasta el momento, y si la obra no es de muy pequeño formato y se requiere un teatro como tal, hay que pagar el porcentaje de la taquilla a la institución que te presta el recinto o te lo alquila.
En este tipo de funciones el pago al equipo de trabajo dependerá de lo recaudado en boletaje, aquí es donde surge el otro problema, cuando se ve la cartelera y el costo es de 100 a 80 pesos la gente no acude a la obra, mejor espera a ver si no hay alguna función gratuita. Y esto sin hablar de los gastos en publicidad (ya que la publicidad que te ofrece la renta del recinto es mínima) para poder atraer al público.
La cultura de que la cultura es gratuita es contraproducente para quien la hace, pero conveniente para quien la facilita. Se paga poco por ella y se obtiene una gran asistencia, por lo que en los informes que ofrecen a sus gobiernos no se buscan resultados cualitativos sino cuantitativos.
Hay que replantear los mecanismos, porque mientras algunos grupos prefieren ganar unos cuantos miles de pesos por algo que preparan en una semana sin ningún gasto de producción, mucho menos derechos de autor (el texto no lo crean sino que lo inventan), otros se lo toman en serio y se topan con una pared que está arraigada en el imaginario, la pared de que “la cultura no cuesta” y al artista le cuesta, le cuesta mucho.

Niños que escriben, niños que actúan: Literatura para niños y jóvenes


Siempre que hablo de literatura para niños y jóvenes reseño y recomiendo libros que leo y que están dirigidos a este tipo de público. En cambio, hoy hablaré de lo que han escrito e interpretado niños y jóvenes de Mérida, Yucatán, y que algunos tuvimos la suerte de presenciar el pasado viernes 8 de abril.
En el marco del II Coloquio de la Escuela de Creación Literaria se realizó un evento singular, un evento de los que no hay muchos en el Estado y que sirvió para que niños y jóvenes hablaran de su quehacer en materia artística y compartieran la experiencia de la interpretación y la palabra. La cita fue en el Centro Cultural de Fomento a la Lectura Casa Colón, desde las 17 hasta las 20 horas. El evento fue un encuentro entre los niños que escriben y asisten a la Escuela de Creación Literaria del CEBA, y los niños que actúan y asisten al Centro Cultural del Niño Yucateco.
El público fue, en su mayoría, adultos que asisten a la escuela del CEBA, padres de familia de los protagonistas de este encuentro, además del público en general, autoridades educativas e invitados que trabajan en el ámbito artístico y cultural.
Las actividades iniciaron con la presentación de cuatro ejercicios de improvisación, donde los niños y jóvenes del CECUNY interpretaron cuatro textos de alumnos de la escuela de creación literaria del CEBA. Los textos que se presentaron fueron “Un descanso manual”, de Meztli Lezama Soto; “Los cambios”, de Alex Emanuel Feblez Meza; “Tacaño”, de Elbert Zaid Quintal; y “Me quiero desaparecer”, de Cesar Huchim Flores. La dirección de esta actividad estuvo a cargo de Julio Jiménez Loaeza y Nadia Zuppo Herrera.
A pesar de que los niños y jóvenes del CEBA tenían muchos textos que podían ser representados y los chavos del CECUNY muchos otros recursos actorales que mostrarnos, se hizo esta pequeña selección para que ambas partes conocieran el trabajo del otro. Los pequeños actores conocieron lo que elaboraban los pequeños escritores y viceversa; esto sirvió para dar pie a la siguiente actividad.
En “La experiencia de actuar y la experiencia de escribir” se dio un diálogo entre los niños y jóvenes que partió de una pregunta básica “¿Qué leen?”, que sirvió para romper el hielo, ya que todas las actividades estaban encaminadas a conocer lo que opinan y piensan los niños y jóvenes, por lo que los profesores de ambas instituciones sólo estaban para apoyar a sus alumnos.
Efectivamente, el hielo se rompió y se inició un diálogo entre lo que significaba para ellos actuar y escribir, en donde se contaron experiencias en clases, las formas o recursos que utilizan para crear sus obras o interpretar sus personajes, cómo se sienten al momento de la creación y muchas otras anécdotas. Fue un intercambio y una experiencia emotiva en el sentido que se concluyó que el teatro y la literatura no son dos áreas ajenas, sino que el actor, al igual que el escritor, es ante todo un creador.
Después, hubo un breve receso a manera de convivio para que los niños pudieran beber agua o algún juguito, además de un pequeño aperitivo para poder pasar a la siguiente actividad que se llamó “¿Cómo comencé a leer?, diálogo con creadores”. En esta mesa el titiritero Tito Díaz; el teatrista especializado en teatro con niños y para niños, Julio Jiménez; el poeta y maestro tallerista Francisco Lope Ávila; y el profesor del CEBA, Fernando de la Cruz, compartieron a los niños y jóvenes asistentes su experiencia lectora.
Después de que cada uno de estos creadores contó cómo se acercaron a los libros, los niños y jóvenes les realizaron preguntas. Preguntas que fueron respondiendo, aunque lamentablemente el tiempo programado se estaba acabando, por lo que algunos niños y jóvenes se quedaron con las ganas de realizar su pregunta, lo que nos lleva a pensar que encuentros como éste son necesarios y hay mucho que decir y compartir, tanto que tres horas fueron insuficientes.
Se finalizó este encuentro entre niños escritores y actores con la entrega de constancias de participación, a cargo de Verónica García Rodríguez, coordinadora del Programa Biblioteca Básica de Yucatán de la Secretaría General de Educación del Estado de Yucatán, que junto con el CEBA y CECUNY hicieron posible este encuentro, el cual esperamos no sea el único.

¿Actuar para quién?: Sobre las artes escénicas

Podríamos pensar que el arte dentro de cualquiera de sus áreas está dirigido para una selectiva élite, es decir hay muchos productos que podemos exhibir al público, los cuales pasarán con la mayor indeferencia ante él (lo que no significa que el producto carezca de valor) o por el contrario, productos que atraigan a un número considerable de espectadores (lo que tampoco viene significando que estamos ante la obra artística más importante de los últimos tiempos) y que la crítica o la academia no los consideran arte.
En el ámbito teatral podríamos pensar ¿Para quién estamos actuando? ¿A quién estamos dirigiendo nuestros espectáculos? ¿Quiénes son los espectadores?
Wajdi Mouawad en una entrevista señala: “El actor no se dirige al espectador…El actor se sabe visto. Se dirige a su compañero de escena. Si uno retoma la situación del ciudadano respecto a su país, de acuerdo con la metáfora del teatro, ¿quiénes son los espectadores? Creo que son las generaciones por venir; uno representa a su país ante las generaciones por venir. Por nacer. Ellas nos contemplan sin que estén aún aquí, a través de nuestros propios ojos. Yo creo en esa idea de la transmisión que pasa por lo invisible por venir. Si no hay representación, cuando no hay encarnación, cuando los ciudadanos no saben qué encarnar, qué van a interpretar, ¿qué espectáculo le podrán dar a los niños que le seguirán?”.
Esta postura inicial de Mouawad también es cuestionable para otros creadores que asumen desde el principio que el trabajo que se realiza, desde un primer momento está pensado para el espectador, cosa que también es cierta. Aunque también habría que pensar qué tipo de espectador, porque en gustos se rompen géneros y no se le puede dar gusto a todo mundo. Muchas veces pasa que asumimos que nuestros gustos son universales y tendemos a molestarnos o tachar de retrógradas o envidiosos a aquellos que no están de acuerdo con nuestra perspectiva estética (si es que es estética, pero ese es otro punto). Otras veces por el contrario no caemos en la cuenta que estamos entregando una obra que contextualmente es ininteligible para el espectador, porque no está pasando por la situación que su obra plantea o simplemente le es ajena la problemática.
En ese sentido el creador debería de cuestionar (quién se deja de cuestionar deja de existir) la dirección que está tomando, aunque lo interesante de esto es que hay público en el que no se está pensando pero que de alguna forma se une a la travesía que escénicamente se plantea. Pero no hay que olvidar que muchas veces las complacencias del artista para el público están a la orden del día. El público quiere reír, el público en muchas ocasiones (al igual que el actor) no quiere pensar, pero corremos el riesgo de pasar de una risa inteligente a una risa idiota, todo esto por vender o pensar que así podemos llegar a más espectadores, porque si “Polo Polo” llena la sala principal del teatro Mérida, entonces lo funcional sería contar chistes.
No podemos medir el logro de un espectáculo por el público que ya lo vio o a los festivales a los que ha asistido, porque lo mismo pasa con muchas películas ramplonas que han sido nominadas o ganadoras de no sé cuántos óscares o festivales internacionales, mediático-conformista este parámetro de medición, que no debería ser la herencia a las futuras generaciones.
Aquí mantengo una postura que se me ha hecho siempre la ideal, el arte es un instrumento subversivo por su capacidad para tomar conciencia de la confección manipuladora que es el mundo. Al igual que la literatura y de gente que argumenta no leer porque los escritores escriben cosas que no entienden o con palabras rebuscadas, creo que hay que mantener la exigencia de que no es el escritor quien se debe bajar al nivel del lector, sino el lector quien se debe subir al nivel del escritor. Además de leer o ver por placer, también el arte produce elevar nuestro grado de inteligencia, para que al igual que muchos, no dejemos de ser humanos.

¿Quién le teme a espantajaros?: Sobre la dramaturgia necesaria


El teatro para joven público ha sido representado e interpretado de diversas formas por los creadores. En muchos casos no se plantea la realidad de los jóvenes sino el ideal que tiene para la juventud una persona adulta que escribe o representa el espectáculo. En ese sentido hoy quisiera hablarles de una obra importante dentro del repertorio de la dramaturgia mexicana y que, a mi parecer, toca uno de los temas más escabrosos de la realidad misma “¿Quién le teme a espantapájaros?”, de Maribel Carrasco.
Esta obra fue llevada a escena en el año 2008. El texto lo podemos leer gracias al número 44 de la Revista Mexicana de Teatro “Paso de Gato” correspondiente al trimestre enero-marzo del 2011, que lo incluye en su sección “Estreno de papel”.
David Olguín, quien dirigió la obra, señala: “Los datos duros que sustentan la obra de Maribel hablan del horror de nuestro tiempo: 350 mil niños combaten en ejércitos, guerrillas, cuerpos paramilitares o como sicarios a lo largo del mundo en este momento. Pero si la realidad es el impulso que anima la obra de esta escritora espléndida, indignada y, por tanto, joven, su oficio dramático nos lleva a un mundo imaginario que se construye con tiempos y espacios que se traslapan, con una lúcida expresión metafórica sobre el tema de la identidad y la pérdida de uno mismo en un escenario por demás singular: un campo de batalla donde lo real transcurre en el mismo plano que los sueños y los recuerdos”.
“¿Quién le teme a espantapájaros?” nos habla del niño de 12 años que tiene a la mano un fusil y es entrenado para matar, matar o vivir, para ellos no hay opciones. La obra de Carrasco utiliza la narración y el diálogo de tal manera que nos construye un mundo lacerado, traumático, pero sobre todo un mundo poético de ficción. No estamos ante las imágenes sangrientas de la cinematografía sino ante el teatro llevado a su máxima expresión, un teatro que hiere, que nos mata, pero que sobre todo, al final, nos acompaña como música marina que reconforta para terminar con un epílogo que confronta a los otros culpables:
“Vemos el área en donde se ha desarrollado el interrogatorio.
Hombre: Y ahora que ha logrado escapar de la milicia, ¿qué espera de la vida? ¿Del futuro? ¿Con qué sueña ahora?
Ex Niño Soldado: ¿Y usted? ¿Qué espera? ¿Qué yo responda a sus preguntas sólo por el hecho de que hasta ahora no ha matado a nadie todavía? Le diré algo, los dos tenemos algo en común: la guerra de nuestros países se hace con armas prestadas, ustedes ponen las armas, nosotros los muertos. ¿No le parece que es el mismo camino?
Hombre: Sólo quiero saber si espera algo del futuro.
Ex Niño Soldado: ¿Viene aquí a ofrecerme un futuro? ¿Pueden ustedes construir futuros para nosotros? ¿Reconstruir el pasado? ¿Pueden ustedes reconstruir sueños como si fueran edificios?
Hombre: Sólo queremos ayudar.
Ex Niño Soldado: ¿Y qué va a hacer conmigo? ¿Qué harán con todos nosotros? ¿Salvarnos? ¿Encarcelarnos? ¿Conducirnos a un juicio interminable? ¿Quiénes son los culpables? ¿Quiénes las víctimas? Se encontrará con que todas nuestras historias son las mismas…historias que se reproducen todos los días bajo la misma premisa: sobrevivir ante todo…aunque no se sepa por qué o para qué… (Se desamarra sus botas y las deposita en el suelo.) Mientras tanto, ustedes se juegan el poder del mundo, ¡como si fuera un pastel que hay que acabarse a toda costa! (Se dirige a la salida)”.

Una construcción inteligente en donde los personajes son una misma entidad. No se trata de victimizar sino de ponerle nombre a las cosas, cosas que traspasan nuestros ideales de justicia, como dice Olguín en la presentación que hace de la obra: “Maribel Carrasco logra dejar atrás lugares comunes del ‘teatro para jóvenes’ y, desde una visión profunda y emotiva, poética y juguetona, trágica y conmovedora, logra entrar con su ‘¿Quién le teme a espantapájaros?’, de manera directa –aunque con mucho arte- en el corazón mismo de todo joven que se aprecie de serlo: su capacidad de indignación”.
Es indigno lo que pasa en el mundo, lo que le pasa a millones de niños y niñas en el mundo. Más indigno sería no explicar a otros niños y jóvenes eso que pasa pero dentro de un lenguaje que identifiquen, que los conmueva. Todos somos potenciales espantapájaros, pero a algunos, a fuerza de violencia, los impulsan a serlo, con consecuencias inimaginables para una juventud que se está perdiendo. Cuando la juventud es el escaparate para la nueva vida que merecemos vivir.

Sobre héroes, tumbas y Sábato: Apuntes de un escribidor


Despertar un sábado con la noticia de la muerte de Ernesto Sabato no fue la mejor forma de iniciar el día, regresar a las primeras 70 cuartillas de uno de sus libros más importantes después de la medianoche, al menos, sí fue una buena forma de terminar ese sábado
“Sobre héroes y tumbas” es, quizá, uno de los libros más importantes del autor pero también es uno que, a manera personal, me es muy significativo. Este libro lo leí cuando cursaba el segundo año de Bachillerato, afortunadamente nunca me dieron miedo o pereza aquellas novelas que tenían más de 400 cuartillas, en ese entonces lo que más leía eran, precisamente, novelas latinoamericanas.
Entre Cortázar, Sábato y Borges (la omisión a Bioy Casares es por simple gusto estético personal) se manifestaban tres mundos de los cuales nunca pude dejar de fascinarme. Primero fue Rayuela de Cortázar, luego los cuentos de Borges que, a pesar de tener entre 20 y 30 cuartillas, parecía que el lector habitaba en un mundo de 300. “Sobre héroes y tumbas”, de Sabato, fue, quizá, uno de esos libros que llegaron a mis manos por pura casualidad. A pesar de haber leído “El túnel”, he de confesar que no me impactó al grado de querer ir en busca de otra novela de este autor. Pero en una tienda de libros de segunda mano, pude conseguir “Sobre héroes y tumbas” en 30 pesos.
A los 18 años uno lee a un personaje solitario, joven, como lo es Martín, sobre todo su compleja relación con Alejandra y queda atrapado, tal vez en esa posibilidad de que el autor describe a un personaje muy cercano a ti como lector. La lectura de “Sobre Héroes y tumbas”, en ese entonces, creo que duró como dos meses. Pero entonces es cuando aparece eso que diferencia a un escritor en todo el sentido de la palabra, con cualquier otro que publique libros que sean ilegibles o “rayen” en lo “aceptable”: una capacidad de asombro en cada página. Ernesto Sabato es de esos escritores que después de la página 120 parece que no podrías exigirle más, pero ofrece al lector un abanico de posibilidades, digna de esa libertad narrativa que genera la novela. Cito un breve fragmento de “Sobre héroes y tumbas”:
—Cuando la estrenaron, Brahms mismo tocaba el piano, ¿sabes lo que pasó?
—No.
—Lo silbaron. ¿Te das cuenta lo que es la humanidad?
—Bueno, quizá…
—¡Cómo que quizá! –gritó Alejandra—. ¿Acaso crees que la humanidad no es pura charanda?
—Pero este músico también es la humanidad…
-.Mira, Martín —comentó mientras echaba el café en la taza— ésos son los que sufren por el resto. Y el resto son nada más que hinchapelotas, hijos de puta y cretinos, ¿sabes?
Nuevamente se oyeron los compases del primer movimiento.
—¿Te das cuenta, Martín, la cantidad de sufrimiento que ha tenido que producirse en el mundo para que haya hecho música así?
Mientras quitaba el disco, comentó:
—Bárbaro”.
La triada argentina de la que hablé en un principio (Borges, Cortázar, Sabato), independientemente de sus vidas extraliterarias (algunas de ellas dignas de elogio por su alto nivel de humanismo), se fueron de este mundo sin que se les otorgara el galardón más importante de la literatura mundial, el Premio Nobel de Literatura. Lo que nos señala que dicho galardón no es sólo para la gente con una calidad literaria comprobable, sino un voto de simpatía, porque, si hablamos de lengua española, entre Vargas Llosa y Sabato hay una gran diferencia. Pero en realidad, como una recomendación de la que estoy seguro no se arrepentirá, lea “Sobre héroes y tumbas”. Sumérjase por ese laberinto de la mente como un ciego (si lee el libro sabrá de lo que hablo).

La noche encallada: Literatura para niños y jóvenes


El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Dirección General de Publicaciones, junto con el programa “Alas y Raíces”, editó en el año 2008 el libro “La noche encallada”, escrito e ilustrado por Juan Pablo H. Gázquez.
La noche viaja de un sitio a otro y muy pronto llegará a tu ciudad, pero ¿Sabías que si la noche se despista y se pone a pensar en otra cosa que no sea anochecer, puede quedar encallada a mitad del camino? Entonces… ¿Cuándo crees que llegará?
Según el diccionario de la Real Academia Española, el término encallar se aplica cuando una embarcación da en arena o piedra, quedando en ellas sin movimiento. De ahí que esta historia trate de la noche que se ha encallado, ¿cómo pudo suceder esto?
“Ocurrió que nuestra noche, tan refrescante, tan viajera y tan de faldas, quedó encallada sin remedio un día. Ocurrió un día cuando a un niño acalorado, que dormía bocabajo con la cara fundida en el almohadón, le dio por soñar con mares de arena surcados por dunas amarillas y naranjas, como en una danza de camellos solares. Fue un instante de nada, una cabeceada, un inapreciable error de cálculo, ¿Quién lo sabe? El caso es que no pudo virar a tiempo. Y ahí, en una de las altas dunas, navegando, encalló la noche”.
La noche, entonces, tiene que ser rescatada. Los seres nocturnos han perdido su brillo pero nadie ha podido hacer nada, e incluso una banda de 9 ladrones y su Zar salen de su escondite debajo de la tierra para poder ayudar a la noche, ya que ella infinidad de veces ha sido su cómplice. Utilizarán el famoso taladro de cincuenta y dos barrenos con el que habían desvalijado, seis veces, las mil y un bóvedas del tres veces fortificado Banco Internacional, pero:
“Excavaron y excavaron las barrenas, pero la noche profunda había encallado muy, muy hondo, y por más agujeros, por más perforaciones, por más túneles, no pudieron llegarle ni al tobillo. Finalmente, los ladrones y su Zar se vieron obligados a reconocer que habían perdido la batalla. Exhaustos, y frustados, desearon buena suerte a la noche y partieron con los hombros caídos, de vuelta a su escondite secreto”.
Espectros, demonios nocturnos, los silfos y todas las criaturas de la noche hicieron una cadena para salvarla, pero fracasaron. ¿Quién sacará a la noche de su encallamiento? Si lo quiere descubrir lea este libro que puede conseguir en cualquier Sala de Lectura que trabaje con público infantil y juvenil. Un libro que le recomendamos para que el lector vea que incluso hasta soñar puede traer dificultosas consecuencias.
Juan Pablo H. Gázquez nació en el Distrito Federal el 25 de junio de 1974. Ha ilustrado los libros “Alguien en la ventana” (Fondo de Cultura Económica, 2006), “Nadie es mi amigo” (Conaculta/DGP, 2007), “La noche de la muñeca” (Conaculta/DGP, 2008), “Siete habitaciones a oscuras” (Norma, 2007), “Ruidos en la panza” (Mondadori, 2009), “Mapa de libros” (Fundación Autor, 2009), “La noche encallada” (Conaculta/DGP, 2008) y “Sonambulario” (Progreso, 2009), de cuyos últimos dos títulos también es escritor. En esta faceta ha publicado “Zurdo el que lo lea” (Editorial Castillo, 2001), y coescrito los volúmenes de cuentos “Siete habitaciones a oscuras” (Norma, 2007) y “Los derechos de los niños no son cuentos” (Mondadori/Unicef).

¿Teatro para ver o para leer?: Sobre las artes escénicas

El teatro se escribe no para ser leído sino para ser visto y escuchado, esta es una premisa que no se puede pasar por alto, pero también sería un error pensar que las obras no tienen que ser leídas sino vistas, digo que sería un error porque entonces nos perderíamos de grandes obras ya que éstas o no llegarán a nuestro Estado o porque si llegan a lo mejor su traducción escénicamente no estaría a la altura de lo que el texto dice, porque no basta subir a actores a escena a decir un texto para que la obra se realice.
Pienso que muchas veces es bueno que el espectador llegue al recinto teatral previa lectura del texto, porque a pesar de que sabemos qué va a pasar, hay algo que no sabemos y que es lo más importante ¿cómo va a pasar? Muchas veces imaginamos la obra desde el momento que la leemos, el lector se convierte en el director escénico de su propia lectura, lo que se vuelve significativo si nos topamos con un mal montaje, ya que en ocasiones el espectador se queda con la lectura que hizo previamente o por el contrario, se da cuenta que la lectura del director teatral le dio muchas perspectivas a la obra que el lector no había visto.
En ese sentido hay muchas obras que no tendremos oportunidad de ver a lo largo de nuestra vida, ya sea porque no nos encontramos en el lugar adecuado, porque nadie se ha tomado la molestia de montarla o los directores escénicos de nuestra ciudad no se han preocupado por leer lo suficiente para presentárnosla, por lo mismo la única opción que nos queda para poder acceder a esos invaluables tesoros artísticos es la lectura.
La lectura teatral es también un acto de imaginación y de dirección, la mente tiene que ser capaz de completar la información, imaginar espacios, vestuarios y movimiento, de ahí la complejidad para acceder a su código. Muchos se han acostumbrado a tener todo de forma fácil, la televisión ha sido también un factor que ha alejado la creatividad del pensamiento, limitándola.
Por eso que sea importante talleres de lectura para la comprensión del texto teatral, ya que éste es diferente a la novela, el cuento o la poesía. Porque es sabido que entre los lectores lo que menos se lee son obras de teatro, ya sea porque las acotaciones los distraen o porque a veces como no está acotado y explicado todo no entienden la intención que tienen los personajes al momento de dialogar.
Además no hay que olvidar que ante la falta de espectáculos teatrales en nuestro Estado que lleven a escena la dramaturgia contemporánea, no sólo nacional sino internacional, uno de los mejores recursos para conocerla es su lectura, ya sea a través de las diversas páginas de Internet de donde pueden bajarse de forma gratuita o por las editoriales mexicanas, cuyas ediciones pueden conseguirse en nuestro Estado, que se han preocupado por la divulgación de la dramaturgia nacional e internacional.
Cierto es que el hecho teatral es la verificación del texto escrito, pero también podemos pensar que ante las limitaciones, el lector puede terminar siendo el director escénico de su propia lectura.

Dramaturgia del sur: Sobre las artes escénicas


Gracias al apoyo del Instituto de Cultura de Yucatán y al Fondo Regional para la Cultura y las Artes Zona Sur, a través del Programa de Cooperación e Intercambio de la Zona Sur, se realizó el Diplomado en Dramaturgia que inició el 11 de junio y que concluirá el martes 5 de julio.
No hay que pasar por alto que este proyecto se realizó también gracias a la dramaturga, directora y actriz yucateca Conchi León, quien fungió como coordinadora general de este importante encuentro. La coordinación administrativa estuvo a cargo de la LAE Hiryna Enríquez Niño; y la coordinación académica, del Mtro. José Ramón Enríquez.
Los participantes en este diplomado son originarios de Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán, y estuvieron trabajando entre ocho y diez horas al día de lunes a domingo, teniendo como maestros a destacados dramaturgos del ámbito nacional. Antonio Zuñiga impartió el “Taller de escritura dramática: lo social contemporáneo”; Claudio Valdez Kuri, “Taller de actuación y dirección escénica: Creación sin personaje ni situación”; Bertha Hiriart, “Taller de dramaturgia dirigido a niños y jóvenes”; Jaime Chabaud, “Taller de iniciación a la dramaturgia”; Mario Cantú Toscano, “Teatro, dramaturgia y complejidad”; Conchi León, “Taller de dramaturgia testimonial”; Fernando de Ita, “Taller para pensar el teatro”; Sergio Galindo, “Taller de escritura a partir del teatro regional”; y Edgar Chías, el curso-taller “Drama y otras modalidades de escritura para la escena”.
Este diplomado tuvo el objetivo de impulsar el fortalecimiento de los perfiles de jóvenes creadores, capaces de responder creativa y prácticamente a los requerimientos de desempeño profesional del teatro, y a establecer espacios de formación, promoción e intercambio de escritores de teatro de la zona sur.
Este proyecto de gran valor dio la oportunidad a jóvenes creadores del teatro del sureste de abrir un espacio de formación, cuya innovación se dio tanto en la teoría como en la práctica, uniendo procesos académicos sistemáticos, cuyos resultados fueron visibles con las obras breves y los ejercicios que los alumnos presentaron durante y al finalizar cada taller.
Hay que señalar que, en nuestro Estado y en general en el sureste, la producción dramatúrgica dista de lo que es la dramaturgia del centro y norte del país. Podría pensarse que esto se debe al centralismo histórico en el que hemos vivido y que las obras, los talleres y las escuelas se encuentran en el Distrito Federal, pero si vemos la vasta producción dramatúrgica que se realiza en los estados del norte del país, tendríamos que pensar ¿Qué ha pasado con nuestro teatro a nivel escritura? Después de Peón Contreras y Wilberto Cantón ¿que ha pasado? ¿Por qué se ha encerrado nuestro teatro en una pequeña esfera a pesar de los discursos oficialistas?
Antes que quejarnos, lo importante tendría que ser formarnos, criticarnos, abrirnos a horizontes que nos permitan entender el drama como algo más allá de lo que se dice en los libros que se editaron hace décadas; de ahí que este diplomado pretenda que los participantes cuenten con herramientas conceptuales y metodológicas que les permitan un mejor desarrollo como dramaturgos, porque hay que empezar a pensar el teatro en vez de descalificar lo que no se entiende o ni siquiera se intenta entender.
La actualización, a partir de la observación de los modos de creación, podría provocar en la dramaturgia sureña una reestructuración de las formas de construir el drama, o por lo menos una reflexión sobre los modos de producción, reproducción y construcción de los que hemos partido para abordarlo.
Esperemos que iniciativas como esta sirvan para impulsar el teatro y que se extiendan a nuestros festivales, ya que la visión tan estatal que se tiene de los mismos provoca que el arte en Yucatán, el público y los artistas no estén en contacto con el teatro del mundo. Se puede ser universal siendo totalmente local, pero una cosa es ser fiel a esta sentencia por convicción, y otra diferente, por la limitada visión o pereza.

Migrar de la institucionalidad: Apuntes de un escribidor

El padre Alejandro Solalinde ha mantenido una lucha incansable contra el trato que reciben los migrantes en México, no sólo por parte del crimen organizado, sino también por las propias instituciones que están encargadas de protegerlos o de coadyuvar en lo que se refiere a su situación migratoria.
El infierno por el que tienen que pasar los migrantes ha sido tratado en diversas obras literarias, cinematográficas, reportajes y documentales, pero aún así la situación es muy compleja, alarmante, inimaginable y al parecer al gobierno le importa poco.
La ventaja de ser un consentido de los poderosos es que se está protegido por un manto de impunidad, como sucedió con Hernán Vega Burgos, quien fue acusado de los delitos de lenocinio y trata de personas, ya que como funcionario de migración fue copartícipe de una red de prostitución con migrantes centroamericanas.
Fue inhabilitado al hallarlo culpable, pues las pruebas y los señalamientos eran irrefutables, pero a pesar de que se le condenó a no poder tener un cargo público por algunos años, este hombre no pisó la cárcel.
Esta podredumbre que empieza con los que deben encargarse de aplicar la ley nos muestra que el ejemplo que está ateniendo la ciudadanía es de aplicar la ley del más fuerte, como los que están encargados de valer nuestros derechos nos pisotean, entonces nosotros vamos a pisotear a los otros. En cierta medida esto es lo que nos está ocurriendo.
El padre Solalinde tocó una de las fibras más sensibles de los que viven en la doble moral cuando les pidió perdón a “Los Zetas” y también que dejen las armas y respeten la vida e integridad de los migrantes.
Las reacciones no se hicieron esperar, en particular de aquellos que iniciaron esta guerra pero que ni de broma se pararían en el campo de batalla, y la respuesta del padre fue contundente:
“Yo les pedí perdón no por lo que hacen, sino por lo que nosotros hemos hecho por ellos, porque esas personas no nacieron “zetas”, fueron niños algún día. Son fruto de una sociedad enferma, son también fruto de las instituciones fallidas que no funcionan para formar seres humanos sino monstruos”.
Y hablando de instituciones fallidas, ese era el discurso que proponía AMLO cuando le robaron la presidencia, derribar las podridas instituciones y levantarlas, pero lo tacharon de dictador, de loco, de no creer en la ley. En este sexenio el cinismo institucional ha sido la forma preponderante de gobierno.
Al ocupante de Los Pinos dice dolerle profundamente la pobreza, mientras viaja en un avión de lujo, lo que en dinero en efectivo equivaldría a uno o tres meses de alimentación de una familia.
La institución ya no es garantía de credibilidad ni para el mexicano más ingenuo, al contrario, le tiene miedo, piensa en el martirio que será acudir a ella, te tratarán mal o peor aún: irás a pedir un apoyo y les saldrás debiendo.
Habría que tener el valor de pedir perdón, eso debería hacer el usurpador, habría que tener la fuerza para decir como primera promesa de campaña: Mi primera acción de gobierno será jubilar a Elba Esther… Ya alguien lo dijo.
La situación de los migrantes es el dolor de saber que este es el país más inseguro, un país que ya deja de ser digno para los exilados y que por el contrario, se está convirtiendo en la nación de la que todos quisieran exilarse.
El descontento de algunos contra el padre Solalinde y Javier Sicilia en las redes sociales, en algunos noticieros o medios impresos, es porque saben que efectivamente los políticos tienen la culpa de la ira social, una minoría que estaba muy abajo terminó siendo una gran mayoría que pide venganza, el problema es que los culpables se blindaron a través del poder y sufren los que están desprotegidos.
Lo peor de todo es que a los culpables dice dolerle, pero inmediatamente dan la orden de tergiversar toda lucha social y hay peones a los que no les importa ser partícipes de esta masacre. Porque lo que menos se quiere es vivir sin poder, aun a costa de millares de víctimas.

Retractores: Ficciones de un escribidor

Retractor 1: Alejar la comodidad como mecanismo de supervivencia.
Retractor 2: Una compleja mezcla de emociones tiende a desaparecer mis prejuicios por unos momentos... los transforma en una reflexión que tendría que traducirse en dos vías de pensamiento y dos praxis distintas.
Retractor 3: Parto del principio del convivio, no como una forma de aglomerar cuerpos en un solo espacio con el fin de formar una figura inamovible, sino al contrario, lograr a través del convivio cuerpos en movimiento que escriban así mismo una historia que pueda ser registrada en el papel.
Retractor 4: La idea es partir del principio de revisión, entendiéndolo como retroalimentación, ya no bibliográfica pero sí humana, una revisión del enigma que somete las limitaciones que paradójicamente deja la “biblio” en una fuerza menor a la “vivio”. Vivir para hablar desde la lectura.
Retractor 5: De las amarguras convincentes le huyo a la del gesto, porque escénicamente el gesto tendría que ser convincente, pero vívidamente sólo responde al reflejo del otro. Pero hoy, como otros días, sólo pienso en ti y mis gatos.
Retractor 6: Me deprime el paso de los reprimidos, tomando en cuenta que los conflictos del oprimido serán los mismos que los convertirán en opresores, desde el punto inmediato que no fijan sus ojos en el espejo sino en el reflejo del agua, que siempre complaciente nos da motivo para dar inicio a una guerra. P.D: Gracias al Partido Abstencionista de México Peña Nieto sigue al mando....
Retractor sin número: Una gran parte de la vida ha sido dedicada al sarcasmo o la “broma” que no quiere significarse en la descalificación, ya que ésta podría corroborarse a partir de la indiferencia, pero cuando alguien dice “lo decía de broma” o “no lo decía en serio” (que parece lo mismo pero para nada es igual), puede tomarse tan en serio como el principio de las guerras.
Retractor 7: Abismo en el espejo las ideas que quedaron bordadas en el tintero de la apatía, atisbo el piso que fue a la alza como muchos de mis deseos. Y sin importar la sinrazón de quienes nos levantaron y las nocturnas arrogancias de quienes nos condujeron, empiezo a creer que hoy por hoy en la escritura se danza...
Retractor 8: La consideración del abismo es una premisa que parte de la idea del binomio en el que se nos ha impuesto la vida. Demostrar que la naturaleza del binomio es incompleta es adentrarnos a lagunas donde ahogarse es necesario, como una decisión... como una elección de la alegoría.
Retractor 9: Palíndromo de escasas letras no tiene fe en la heroicidad de reprimirse de ver un espectáculo gratuito, porque el sólo hecho de reprimirse es un doble discurso en el que no está en juego su mundo. Si en verdad se reprimieran las verdaderas prioridades por una causa que implicara un bien común, entonces valdría la pena hacerse distinguir en una red social.
Retractor 10: Las fuentes fidedignas se denigraron en el momento en que alguien interpretó El Capital (el de Marx). Sé que fue mucho antes (puede leer el gran Inquisidor de Dostoievski, si habláramos de Cristo) pero el meollo del asunto es ¿quién no prefiere una cerveza y no pagar impuestos?
Retractor 11: Cuando Shaday Larios Ruiz habla de las dudas que propone Baudrillard en cuanto al desarrollo humano y señala “¿Cómo podemos vivir en estado de desaparición, pues si más que en pulsión, habitamos en estados de repulsión y expulsión?”, no puedo dejar de pensar que estoy aquí, sentado, y preparando una maleta de viaje.

Huella de Balam o la dramaturgia del sur: Sobre las artes escénicas


El pasado 5 de julio concluyó el Diplomado de Dramaturgia de la Zona Sur, con un almuerzo donde estuvieron las autoridades del Instituto de Cultura de Yucatán, encabezado por el maestro Renán Guillermo, al igual que la coordinadora general de este evento, la maestra Conchi León; el coordinador académico, maestro José Ramón Enríquez; y la coordinadora administrativa, maestra Hiryna Enríquez. La clausura de este diplomado fue amenizada por una comida yucateca que despidió de manera formal a los participantes de Campeche, Chiapas, Tabasco, Veracruz y Yucatán, ya que la aventura de una formación con nueve reconocidos hacedores de la teatralidad mexicana llegaba a su fin.
Pero el fin terminó por ser un principio, ya que convivir y escuchar el trabajo de compañeros escritores y teatristas reafirmó una (o más bien varias) idea que siempre ha estado en el aire: el teatro en el sureste ha estado dividido y los lazos profesionales y afectivos nos son ajenos. Parecería que cada creador se cierra en su propia esfera y este encuentro nos permitió conocer el trabajo del otro. De ahí que se haya creado un colectivo de creadores que ahora lleva el nombre de Huella del Balam. Este colectivo, que nació durante el Diplomado que se realizó del 5 de junio al 11 de julio en la ciudad de Izamal, está integrado por: Melina Sierra Gómez, German Tonatiuh González, Jenny González López, Beatriz López Herrera, Socorro Loaeza, Rolando Abraham Castelán Salazar, Rodrigo Carrillo Tripp, Jorge Can Canul, Ivi May Dzib, Mónica Arzola Verduco, Josué May Chí, Alejandra Rodrigo, Miguel Corral, Virginia Sánchez, Javier García Vidal y Juan de Dios Rath.
Durante la clausura del diplomado, el maestro Renán Guillermo se comprometió a dar apoyo a este grupo, apoyando sus iniciativas, ya que señaló lo importante que es la dramaturgia y el teatro para la institución. Una de las primeras declaraciones del director general del ICY fue que se empezara a armar ya un segundo diplomado. Los compañeros expusieron la necesidad de una formación que incluyera un diplomado de dirección escénica, porque durante los diversos talleres reafirmamos la idea de la necesidad del lenguaje escénico como complemento de lo escrito, el binomio teatral texto-espectáculo como una de las herramientas más importantes para el creador escénico; el director dramaturgo, el dramaturgo director, ya que, ante el vertiginoso panorama teatral contemporáneo, pretender trabajar en una sola área podría resultar contraproducente.
Una de las primeras formas de difundir nuestro trabajo como grupo será a través del Internet, por lo que se está a punto de lanzar un blog en el que se podrá ver el trabajo que cada uno de los integrantes, el que realizó y el que está realizando, además de su trabajo escrito. Hay que señalar que muchos de los que participan en este colectivo tienen ya una larga trayectoria dentro de las artes escénicas y han estado trabajando en su Estado; ahora nos damos la oportunidad de estrechar lazos, de mantener una relación laboral y saber qué está pasando con la producción del sureste.
Durante el Diplomado se escribieron algunas microficciones de buena manufactura, además de que se trabajaron varias escenas que prometen llegar a ser una muy buena obra, que esperamos pronto estén concluidas. Todo esto lo puede seguir en el blog que próximamente este colectivo subirá a la red.
Parte del trabajo realizado en el Diplomado de Dramaturgia de la Zona Sur posiblemente se edite en un disco compacto o de manera impresa, dependiendo del apoyo que otorgue la institución, aunque, como dijimos al inicio de esta nota, contamos con la buena voluntad del director general del ICY, Renán Guillermo, que con sus palabras muestra su interés por la dramaturgia del sureste.
Nuestro trabajo, entonces, será gestionar desde nuestros estados, y encontrar los mecanismos para que el público yucateco conozca la dramaturgia del sur, y que los directores y actores también conozcan el trabajo escrito de los dramaturgos de la zona, para poder corroborar en los escenarios del sureste qué se ha estado realizando. Que esto no quede sólo en palabras sino que inicie con el trabajo. Pasemos a la acción.

Lo que dejó la Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia : Sobre las artes escénicas


El pasado 23 de julio terminó la IX Muestra Nacional de la Joven Dramaturgia, que tuvo como sede la ciudad de Querétaro. Fue interesante escuchar y ver una multiplicidad de voces y formas de abordar y pensar el teatro, voces que se dieron cita para reafirmar que la dramaturgia de nuestro país goza de una vitalidad pero, sobre todo, de una multiplicidad de rostros que permiten una heterogénea sanidad.
Este encuentro de la palabra y el cuerpo que concentra a creadores de diversas partes de la república tuvo sus inicios hace nueve años, gracias a Luis Enrique Gutiérrez Ortiz del Monasterio y Edgar Chías, quienes reunieron a un grupo de amigos para leer sus obras. Esta semilla dio frutos y ahora la Muestra de la Joven Dramaturgia ya es un espacio de proyección muy importante para los autores de nuestro país. En esta muestra se vieron por primera vez obras como “La fe de los cerdos”, de Hugo A. Whirt, y “Más pequeños que el Guggenheim”, de Alejandro Ricaño.
Quisiera hablar muy brevemente de las últimas 4 obras que se leyeron o representaron en la muestra:
El viernes 22 de julio se presentó en el Museo de la Ciudad a las 18 horas la lectura espectáculo “Pérdida”, que en realidad eran cuatro obras breves en una. La organización de la muestra pidió a cuatro dramaturgos, que están frente a grupo dando clases o talleres de dramaturgia, que desde sus Estados propusieran a uno de sus alumnos algunas premisas para realizar una obra corta. El resultado fue: Obra Corta, de Ana Riojas (Monterrey); Una y varias pérdidas, de Ana Lucila Castillo (Xalapa); Pérdida, de Gabriela Román (Distrito Federal); y Umbral de sueño, de Mariana Chávez (Tijuana).
Estas obras breves se construyeron a partir del tema de la pérdida y fueron dirigidas en una semana por Guillermo Heras, en el marco del taller que impartió durante este encuentro. Lo hecho por el maestro Heras muestra su experimentada visión de la escena, ya que estos cuatro textos variaban en tono, pero el resultado fue satisfactorio para el público y la crítica.
Dos horas después se presentó lo que a mi juicio fue el mejor trabajo de la muestra: “Viaja de tres”, de Jorge Fábregas bajo la dirección de Luis Aguilar alias “El mosco”. El casting fue el idóneo, la historia entrañable: Un hombre mayor enfermo de cáncer ve en la televisión el comercial donde Eduardo Villalpando (El Chamán) ofrece curar a cualquier hombre de todas sus enfermedades. Este Chamán vive en un pueblo muy alejado, por lo que Jesús Hernández (Don Yayo) viaja junto a su enfermera Guadalupe Ortiz (Irma) y su hijo Mauricio Cedeño (Emilio) hasta casi el fin del mundo para ir en busca de la cura.
Durante el viaje vemos la relación entre padre e hijo, entre hijo y enfermera pero, sobre todo, vemos que la enfermedad corporal y la enfermedad del alma son muy parecidas. A pesar de que es el hombre mayor quien está acabado por el cáncer, la inseguridad del hijo y su miedo a la vida y a lo que lo rodea, nos hace pensar que él es el verdadero enfermo. Una actuación memorable de Mauricio Cedeño que con la simple (o compleja) gestualidad y corporalidad nos construyó un personaje difícil de olvidar.
En la última jornada, que fue el sábado, se presentó la obra “Reliquias sobre la carne que parece diatriba”, de quien esto escribe, y que estuvo bajo la dirección de Jesús Noyola, director joven de la ciudad de Querétaro.
Por último se presentó “Siete”, de Imanoll Martínez, que tiene que ver con toda la casta de Layo hasta Antífona. “La obra no se construyó de los textos propiamente, pero sí sobre las lecturas de ese mito que se estuvieron dando alrededor de los textos clásicos”, señala el autor. Esta obra se cuenta de forma fragmentada; nos muestra el ataque con una bomba, pero también el significado de la violencia en nuestros días.
Esta muestra que se ha consolidado debería ser no un ejemplo pero sí un modelo para aplicar en los Estados, que deberían abrirse a lo que se está escribiendo en otras partes de la República, para ampliar el panorama textual de lo que pueden llevar a escena y para estar en el convivio teatral, la base del drama.